Los incendios en la Amazonía, plantea la reflexión y la acción de la comunidad internacional, ante dos grandes retos de suma implicancia para el clima del planeta: 1. conservar la selva más grande y biodiversa del mundo; y, 2. proteger e impulsar efectivamente el desarrollo humano de más de un millón de indígenas de cuatrocientas comunidades asentadas en los ríos de ocho países sudamericanos.
La sociedad consumista y la economía capitalista están ejerciendo cada vez una mayor presión a los países amazónicos para la depredación de sus extensas zonas arbóreas ricas en madera, gas, petróleo, y animales exóticos. A esto se suma la ampliación indiscriminada de la frontera agrícola y la crianza de ganado, en detrimento del hábitat natural de pueblos –contactados y no contactados con la civilización— y la desaparición de su cosmovisión, lenguas y culturas.
Nuestro llamado a la integración, la necesidad de la implementación de la economía verde y la urgencia de la cooperación internacional, parece que poco a poco está calando en los actores políticos de la región. Es así que los presidentes de Perú, Martín Vizcarra, y de Colombia, Iván Duque, en su encuentro presidencial durante el V Gabinete Binacional, realizado recientemente en la ciudad peruana de Pucallpa, departamento de Ucayali, entre otros acuerdos bilaterales, han planteado urgente una reunión en la ciudad colombiana de Leticia, de los mandatarios de los países amazónicos, para establecer un pacto de protección de la Amazonía, con una mirada integral y sostenible, en beneficio de los pueblos indígenas con pleno respeto a las respectivas soberanías nacionales.
Aunque pensamos que esta concertación de voluntades gubernamentales debe estar íntimamente ligada a la voz y voto de las organizaciones representantes de los indígenas, a la par del desarrollo de una economía verde inclusiva, con un marco normativo que fomente no solo las ciudades verdes e inteligentes, sino también las comunidades selváticas sostenibles y resilientes a la acción antrópica y el cambio climático, porque ellas están relacionadas directamente a los ecosistemas, conviven con ella y son parte de ella. No pueden seguir siendo pueblos marginados y desposeídos de todo derecho humano.
La Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), creada en 1995, e integrada por los ocho países amazónicos, no ha llenado las expectativas sudamericanas, acaso por una administración burocrática, visión segmentada de la realidad amazónica, la falta de recursos financieros y carencia de apoyo de la cooperación internacional; amén de no recurrir al diálogo con los verdaderos afectados: los indígenas.