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Agua y Mujeres

Sobre el blog

Marcela Andino
Doctor en Derecho por la Universidad de Zaragoza, España. Especialidad en Derecho de Aguas. Asesora de la autoridad de aguas de Mendoza, Argentina. Docente, Investigadora y Consultora.
  • Agua y Mujeres

Sin dudas marzo (8 de marzo, Día de la Mujer y 22 de marzo, Día Mundial del Agua)-es el mes que nos invita a reflexionar sobre las mujeres y su vinculación con el agua, recurso natural en crisis por la presión que ejercen los efectos del cambio climático.

La tradicional concepción de la división de roles entre hombres y las mujeres en la sociedad, hace que sigan existiendo situaciones de desigualdad. El desarrollo social, económico y ambiental sostenible, basado en el ser humano, requiere que exista igualdad y equidad entre mujeres y hombres. Para eso será clave identificar las barreras que obstaculizan su participación plena y en pie de igualdad en la gobernanza de los recursos naturales.

La relación de las mujeres y el agua no está exenta de la predominancia de roles estereotipados que limitan su actuación en las múltiples dimensiones del recurso, tanto en su uso y preservación, como en la gestión del mismo, en la operación y distribución en los espacios de decisión y liderazgo.

La dificultad que encuentran muchas mujeres para acceder a la titularidad de tierras, implica límites no solo para la productividad económica, sino también a la participación activa en la gobernanza del recurso hídrico.

La implementación del enfoque de género es necesario para la identificación y posterior eliminación de las brechas sociales, económicas, culturales, educacionales y laborales asociadas a la participación de las mujeres en distintos rubros a los fines de alcanzar un desarrollo verdaderamente sostenible.

Si bien, a nivel internacional, varias declaraciones e instrumentos abordan la temática del rol de las mujeres y su vinculación con el agua, lejos estamos de poder afirmar que exista una acabada recepción por parte de los Estados de los principios allí reconocidos en sus políticas públicas.

La Declaración de Dublín (1992), ya destacaba el rol las mujeres en la provisión, administración y conservación del agua. En el mismo año, la Declaración de Ginebra sobre las Mujeres Rurales contemplaba entre sus objetivos principales la formulación de políticas dirigidas a la mejora de la calidad de vida de las mujeres rurales, que incluyan una mejora de la salud, educación y empleo, y que reduzcan su carga de trabajo doméstico no remunerado, como así también el diseño de políticas públicas y proyectos de desarrollo que involucren al colectivo de mujeres rurales jóvenes de América Latina en el área del manejo de nuevas tecnologías de comunicación e información (TIC), inserción social digital y brecha tecnológica.

La Plataforma de Acción de Beijing (PAB) adoptada en la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, celebrada en septiembre de 1995, resaltaba la importancia del acceso equitativo de las mujeres al agua para asegurar su salud (pár.92), como así también se insta a que sus prioridades sean tenidas en cuenta y se incluyan en los programas de inversión pública para la infraestructura en agua y saneamiento (pár. 167.d). Asimismo, se promueve el reconocimiento de las mujeres indígenas y campesinas en el riego y la ordenación de cuencas hidrográficas (pár. 256.f), entre otros objetivos. Además de todo esto, plasmó, entre otras acciones concretas, la necesidad de que las mujeres fortalecieran sus habilidades, sus conocimientos y sus posibilidades de acceso y apropiación de las TIC.

No obstante, en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe las desigualdades de género contribuyen a la falta de equidad e ineficiencia en el sector de los recursos hídricos y los gobiernos no dan muestras acabadas de haber incorporado tales recomendaciones.

Es que la falta de oportunidades de las mujeres para el acceso en igualdad de condiciones a un empleo, a la propiedad de las tierras o a puestos de toma de decisiones provoca que mujeres jóvenes abandonen su medio en busca de mejores oportunidades para ellas, sus hijos e hijas, con el consiguiente y progresivo abandono del medio rural a pesar de ser clave en el desarrollo sostenible de nuestra sociedad en su conjunto.

La mayoría de los 1200 millones de pobres del mundo, dos tercios de los cuales son mujeres, viven en países con escasez de agua y no tienen acceso a suministros de agua seguros y fiables. Al menos el 70% de las personas muy pobres del mundo viven en zonas rurales (FIDA, 2011) y la mayor parte de estas personas dependen de la agricultura para su sustento (GWA-UNDP, 2006). La conducción de los espacios comunitarios de gestión del agua, es un ámbito de difícil acceso para las mujeres, quienes enfrentan mayores dificultadas debido a que cuentan con menos recursos y mayor carga de trabajo doméstico en los hogares (Cleaver, 1998).

Las mujeres hacen contribuciones esenciales a la economía rural de todos los países en desarrollo como agricultoras, trabajadoras y empresarias. En promedio, representan el 43% de la fuerza laboral agrícola en los países en desarrollo. Las políticas del agua a menudo se basan en visiones generalizadas que carecen de perspectiva de género y conocimiento local (WWAP, 2012). Al no integrar las consideraciones de género en la gestión de los recursos hídricos o en sectores como la agricultura, el abastecimiento urbano de agua, la energía y la industria, persistirán las inequidades de género, impidiendo la adopción de soluciones innovadoras que puedan proponer las mujeres.

Promover el desarrollo sostenible requiere de acciones concretas en materia de gobernanza de los recursos naturales que incorporen criterios y orientaciones en las diferentes políticas sectoriales y articulen sinergias para superar las inequidades que impiden una plena participación e involucramiento de las mujeres para su desarrollo personal y el de la región.

Es urgente comprender la realidad de las mujeres y su entrañable vínculo con el agua en Latinoamérica y el Caribe. Los escenarios de crisis económicas y políticas, a lo que se suma la crisis de las sequías prolongadas e inundaciones que impactan mayormente en las mujeres y niñas, requieren el diseño de políticas públicas que incluyan a las mujeres en la toma de decisiones, en la gestión y en la preservación del agua, en definitiva, en la gobernanza del agua, para así concretar la planificación de un futuro sostenible e inclusivo.

Identificar los nudos estructurales de la desigualdad y las barreras sistémicas que impiden a las mujeres el acceso a la tierra, a concesiones de uso de agua y a créditos, entre otras inequidades, es esencial. Como también es de vital importancia tomar conciencia, valorar y visibilizar el rol de las mujeres referentes y reflexionar sobre igualdad de oportunidades y de derechos. Todo ello para promover la creación de un nuevo paradigma de desarrollo sostenible, en el que se integre la preservación del ambiente en general y del agua en particular con la igualdad de la persona humana. De esta manera, además se propiciará la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), particularmente aquellos que velan por la igualdad y el empoderamiento de las mujeres como elemento esencial de todas las dimensiones del desarrollo inclusivo y sostenible y aquellos tendientes a un uso del agua más eficiente, productivo y respetuoso con el medio ambiente (ODS 5 y 6).

Visibilizar y fortalecer el rol de las mujeres en la gestión del uso y preservación del ambiente en general y del agua en particular resulta clave para alcanzar un desarrollo sostenible, equitativo e inclusivo.